miércoles, 16 de septiembre de 2009

* La casoriada tramposa

(proyecto de milonga en tono parodia
del poema de Federico García Lorca “La casada infiel”)

Se vino para la pieza
bardeando que estaba en banda
y era la mujer del Chino.

Fue un martes de Carnaval
milonga en el Sportivo
me salió y ya fue de arranque
que la pasión encendimos.

En el apriete del tango
su pecho se arrimó al mío
como diciéndome, dale,
metele leña Jacinto.

Su disfraz de Colombina
justo al cuerpo bien ceñido
le dejaba que sintiera
todo mi ardor escondido.

Hechos brasas y a empujones
salimos del Sportivo
tropezamos con dos perros
que iban buscando lo mismo.

Pasando el taller del Cosme
y el patio del conventillo
cambiamos unos mordiscos
y en el bulo nos metimos.

Me quité las alpargatas
ella revoleó el vestido,
los lienzos se me aflojaron
y nos quedamos prendidos.

La luz que entraba del patio
dejaba ver ese brillo
del sudor que nos caía
en goterones al piso.

Sus gambas se me escurrían
como pescado de río
que corcovea en el anzuelo
presintiendo su destino.

Esa noche cabalgué
por unos cuantos caminos
jinete y potra azabache
en pelo y a los gemidos.

No queda bien que deschave
lo que me batió al oído
no es de hombre hacer espamento
ni chimentar lo ocurrido.

Bien tarde al salir el sol
de apuro nos despedimos
bajo el patio de glicinas
canturreaba un par de grillos.

Me porté como quien soy
como Fogata Jacinto,
le dejé para recuerdo
mi lengue de los domingos.

Y ahí nomás paré la mano
porque el Chino es un amigo
y ella no cantó la justa
cuando a la pieza se vino.

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